Sabemos que Freud no descubrió la mente inconsciente. No fue el primer investigador en usar el término, eso es cierto. Sin embargo, fue el primero que hizo de este concepto el sistema constitutivo del ser humano. Freud dedicó toda su vida a esta idea, al punto de afirmar que la mayoría de nuestros procesos psíquicos son en realidad inconscientes. Además, los procesos conscientes no son más que acciones aisladas o fragmentadas de todo el sustrato subyacente que es el cuerpo oculto del iceberg.
Ahora, entre 1920 y 1923, Freud dio un paso más y reformuló un poco su teoría de la mente. Luego introdujo la teoría que hoy se conoce como el modelo estructural de instancias psíquicas que incluye las entidades clásicas de "Id, Ego y Superego". Echemos un vistazo más de cerca a estas entidades.
El modelo estructural de la psique.
Id: La estructura de la psique humana que se encuentra en la superficie. Es el primero que aparece a lo largo de nuestra vida y controla nuestro comportamiento durante la primera infancia. Este aspecto busca el placer inmediato. Se guía por el instinto, por las dimensiones más primitivas de nuestra esencia. Representa los deseos contra los que luchamos a diario.
Ego: A medida que crecemos y alcanzamos la edad de 3-4 años, nuestro concepto de la realidad comienza a desarrollarse. Aquí surge nuestra necesidad de sobrevivir en el contexto que nos rodea. Así, con el desarrollo de nuestro “Ego”, aparece también una nueva necesidad: la necesidad de controlar el “Id” en cada momento. O la necesidad de realizar acciones para satisfacer los propios impulsos de una manera socialmente aceptable y correcta. Asimismo, para asegurarnos de que el comportamiento de uno no sea descarado o demasiado desinhibido, comenzamos a hacer uso de los mecanismos de defensa.
Superyó: Esta dimensión surge de la socialización, la presión ejercida por nuestros padres y los esquemas de nuestro contexto social. Todo ello nos transmite reglas, pautas y límites de conducta. Esta entidad psíquica tiene un objetivo último muy concreto. Su objetivo es asegurar el cumplimiento de las normas morales. Este propósito no es una tarea fácil de llevar a cabo. Por un lado, tenemos Id, que odia la moralidad y desea satisfacer sus impulsos. Y por el otro, el Ego, que sólo quiere sobrevivir, mantener un equilibrio…